Cara robada

Título: Cara robada.

Autor: Latifa.

Editorial: Círculo de lectores, RBA.

Año: 2002.

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Valoración personal:

 

Comentarios: El 11 de septiembre de 2001, día en que se atentó contra el corazón del país más poderoso del mundo, se inauguró de la manera más siniestra una sucesión de noticias espeluznantes sobre la crueldad a la que estaba siendo sometido el pueblo Afgano bajo el yugo del grupo religioso-terrorista talibán. El mundo occidental fue ligeramente consciente de la situación a partir de ese fatídico mes de septiembre. En diciembre de 2001 y gracias a las tropas estadounidenses que entraron a saco en el país para acabar con aquellos que protegían a su mayor enemigo, Bin Laden, Afganistan se vio libre por fin de la dictadura talibán que llevaban padeciendo durante seis largos años. Las imágenes de mujeres ocultas bajo los metros de tela de un burka que observaban a los extranjeros desde la seguridad de la nimia rejilla situada a la altura de los ojos, llenaron nuestras pantallas. Asustadas, temerosas por el terrible castigo que recibirían, no se desprendían de la pesada tela impuesta por aquellos que las odiaban desde el mismo momento en que nacían, que no las permitían salir de casa sin la compañía de un hombre que además fuera pariente suyo, que les prohibían ser vistas por un médico varón y, por supuesto, las mujeres no podían estudiar ni llegar a ser médico, privándoles con esto de cualquier asistencia médica. ¿Cómo iban ellas, simples mujeres sin derechos ni privilegios ninguno, atreverse a sublevarse contra los que eran sus amos? Aún hoy en día son muy pocas las mujeres que han abandonado las costumbres que instauraron los talibanes y en Afganistan continúa siendo muy difícil ser mujer. La pesada carga del burka aún prosigue entre las derruidas paredes de Kabul. 

En este libro, Latifa, una mujer afgana de 22 años, nos relata su infancia en Kabul rodeada de ataques aéreos y su adolescencia, con la llegada de los talibanes al poder, sus prohibiciones y su odio acérrimo a las mujeres, empezando por ocultarlas bajo el fatigoso burka, robándoles sus caras.

¡Gracias por leerme!