616, todo es infierno.

Título: 616, todo es infierno. 

Autor: David Zurdo y Ángel Gutiérrez.

Editorial: Debolsillo.

Año: 2007.

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Bibliografía David Zurdo y Ángel Gutierrez. 

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Valoración personal:

Comentarios: El cielo y el infierno, el bien y el mal, Dios y Satanás; la eterna lucha entre la luz y la oscuridad protagoniza esta magistral novela que ataca los cimientos del miedo más profundo del ser humano: la muerte. 

¿Qué hay después de esta vida? ¿Qué nos espera tras exhalar el último aliento? Desde los hombres prehistóricos, pasando por los egipcios o los griegos, por citar unos pocos, hasta nuestros días, todas las civilizaciones han tratado de dar respuesta a la única pregunta incontestable. El túnel de luz, las imágenes de tu vida pasando ante tí como una película, el reencuentro con tus seres queridos ya fallecidos, son algunas de las teorías basadas en testimonios de personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte. Pero, por mucho que se investigue y se hagan las más enredadas hipótesis, sólo hay una forma de conocer la gran verdad y, por mucho que nos pique la curiosidad, ninguno tenemos tanta prisa por conocerla y más teniendo en cuenta que luego no puedes volver para contarla..., ¡el alma de cotilla me posee! 

En "616, todo es infierno" nos encontramos con tres personajes clave: Albert Cloister, un sacerdote jesuita investigador de sucesos paranormales dentro de la iglesia, que en el transcurso de una de sus investigaciones sobre una posible beatificación se encuentra con el más extraño de los casos que hasta ahora ha llevado. 

Daniel, un anciano disminuido psíquico, que está a punto de morir en el incendio que asola el convento en el que se crio y cuya única amiga y compañía es una rosa muerta. 

Y, por último, Audrey Barrett, una psiquiatra a la que es encargado el caso de Daniel que, tras el incendio, sufre terribles pesadillas. 

Emocionante, correcta, dinámica y absorbente de principio a fin, con múltiples elementos para pasar miedo, para llevarte agradables y desagradables sorpresas y para cerrar el libro de lo más satisfecho con su eficiente final. ¿Qué más se puede pedir?

¡Gracias por leerme!