Sabrina contra el imperio del zapping.

Título: Sabrina contra el imperio del zapping.

Autor: Rebeca Rus.

Editorial: Booket.

Año: 2010.

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Valoración personal:

Comentarios:  Segunda parte de “Sabrina 1, El mundo 0” que tanto, tanto, tantísimo me gustó cuando leí. En este caso también hago relectura, ya que, como me pasó con la primera, no escribí la reseña en su día y he aprovechado para leerla de nuevo y así tenerla más fresca para escribir sobre ella. 

La novela sigue el ritmo de la anterior, con los mismos personajes, más algún extra, y el mismo humor absurdo que nos encandiló en la primera parte. Sabrina es de nuevo la protagonista indiscutible, pero esta vez comienza con la vida un pelín diferente a como empezó en el primer libro, más centrada por así decirlo. Aunque bueno, Sabrina es Sabrina, y tampoco se le puede pedir mucho en lo que a “ser normal” se refiere porque Sabrina es todo menos normal, es lo que le hace ser ella, tan especial y tan única. 

La novela comienza unos seis meses después del final del anterior, con Sabrina y Nico enamoradísimos y compartiendo casa desde hace un par de meses. Nico sigue siendo tan absolutamente encantador y adorable como en el libro anterior; no puedo evitarlo, tengo debilidad por este chico y por su flequillo, es de los personajes de comedia romántica que más me han gustado a través de las muchas lecturas de comedia romántica que he tenido. Y es que hay que ser muy especial para ver las mil excentricidades de Sabrina y convertirlas en sus mayores virtudes, en algo que amar y eso es lo que hace Nico, amarla por todo lo que es, y eso es lo que le hace tan, tan genial como contrapunto de novela romántica. Porque hay que reconocer que a Sabrina hay que quererla…, entre lo desastre que es, lo manirrota, lo irresponsable, lo “Antoñita la fantástica”, es difícil a veces no perder la paciencia, pero claro luego también es divertida, sensible, leal, valiente, increíblemente creativa y muy lista, lo que la hace única, y Nico es muy consciente de ello. Ambos se complementan a la perfección, los excesos de una son las carencias del otro, y viceversa, así que son perfectos juntos, se hacen felices. O, al menos, eso es lo que siente Sabrina. Pero claro, queridos, estamos en una segunda parte de comedia romántica y eso, ¿qué quiere decir? Pues que la felicidad no va a durar mucho y que nuestra adorada parejita va a peligrar de un momento a otro. Es ley en estas historias, y para Nico y Sabrina no es diferente. 

A nivel laboral las cosas para Sabrina parece que van a trompicones. A pesar del éxito de la campaña de Decadence y a pesar de que ya no depende directamente de Daniel, sino del gran Juan Pacheco, las oportunidades para ser la mejor creativa del mundo, o al menos, de Madrid, no llueven. Las puñeteras galletas Cuquitas siguen siendo su día a día, y parece que eso no tiene visos de cambiar en un futuro. Pero Sabrina está dispuesta a todo para conseguir sobresalir, convertirse en la mejor de los mejores, y ya sabemos hasta donde es capaz de meter la pata en sus intentos. Por si fuera poco, las cosas en la agencia no van del todo bien, escasean los trabajos y todo parece estar saliéndoles mal. Una conversación en el baño con Daniel como protagonista y escuchada por una Sabrina escondida, pondrá en aviso a Sabrina y su pandilla de que algo malo se está cociendo en la agencia, y sólo ellos podrán detenerlo. Y, para acabar, no me dejo fuera a la buena de Candela que, en este libro, una vez más, da pruebas de lo absolutamente mal de la cabeza que está, Sabrina es la persona más responsable, coherente y tranquila del mundo comparada con ella, y eso es mucho decir. 

Esta segunda parte me ha gustado tanto como la primera, a pesar de los problemas que surgen entre Sabrina y Nico y que me han tenido angustiada medio libro. Como siempre, los secundarios increíbles, me he reído y disfrutado muchísimo con sus locuras, que son un constante en la historia. Y si Nico ya me enamoró en la primera parte, en esta segunda ya ha sido una rendición total al chico del flequillo, es un amor, ¡pongan a un Nico en su vida!

¡Gracias por leerme!